miércoles, 13 de mayo de 2009

COLECCIÓN DE FIGURAS

Próximamente se hará realidad una colección de 30 figuras de pequeño formato fundidas en bronce.

Escultura proyecto monumento a Bernardo Gaviño en Puerto Real

(Portada con boceto de Jesús Cuesta Arana del último libro publicado sobre el singular torero.)



Matador de toros, nacido en Puerto Real (Cádiz) el (20-08-1812), por lo que era del signo Leo, hijo de José Gaviño y de María de las Nieves Rueda. El día (03-02-1886) sufrió una tremenda cornada y fue trasladado de Texcoco a México, donde residía, y donde murió a las nueve y media de la noche del (11-02-1886), tras medio siglo de toreo. Fue un torero muy popular en la República mexicana, de donde le hizo natural algún escritor. Era pariente, aunque lejano, de Juan León (Leoncillo), de quien recibió las primeras lecciones en el Matadero de Sevilla. Luego trabajó a las órdenes del matador de toros Bartolomé Ximénez y del novillero Francisco Benítez Sayol, estoqueando toros en varias ocasiones. Hacia 1835, estando sometido a la férrea disciplina del Seminario de Sevilla y añorando su libertad para dedicarse al toreo que llevaba grabado en su mente, marchó a América. Estuvo en Montevideo y después  pasó luego a Cuba y finalmente a México, donde fijó su residencia. En la República mexicana toreó con gran aplauso, tomó la empresa de varias plazas y alternó con diestros españoles, siendo al mismo tiempo director de lidia y maestro de muchos toreros mexicanos.

En 1854 publicó en La Habana don José Corrales Mateos una biografía de Gaviño, y en ella decía: «... era un torero de genio que ejecutaba las suertes según las circunstancias en que se encontraba; de corazón sereno y de una gracia singular. Conocedor del toreo de Juan León y de otros contemporáneos, no se vicio en cuanto al arte, conservando, en medio de toreros extravagantes, el sello de lidiador andaluz, así en el método de torear como en el vestir.»  El (31-01-1886) se celebró en Texcoco (México) una corrida con motivo de sus ferias, y Bernardo Gaviño fue matador contratado, presentándose con la mediocre cuadrilla que le acompañaba. Dice al respecto Recortes: «La lidia del primer toro se llevó sin contratiempo alguno, y Gaviño mató al bicho de un mete y saca igual a los que había dado en sus juveniles años. En el segundo, una marimacho que intentó banderillear, fue enganchada por las res y herida, aunque no de gravedad, matando a este toro el segundo espada, José de la Luz Gavidia. En tercer lugar salió por la puerta de chiqueros un toro negro zaino, meleno, bien encornado y de pocas libras, perteneciente a la ganadería de Ayala. El toro resultó bravo, tomó ocho puyazos, matando dos caballos, pasando a banderillas con mucho poder y ligereza de patas. El viejo Gaviño estaba contentísimo y hacía elogios de la nerviosidad del burel. Tocaron a matar, y el diestro de Puerto Real, que vestía terno negro, con adornos de seda negra, armó la muleta y se dispuso a estoquear aquel toro, que había sido por su temperamento el terror de la cuadrilla.

El anciano espada, pues tenía entonces setenta y seis años de edad, con gran serenidad y completamente solo en el centro del ruedo, se fue hacia la res, presentando la muleta, que el toro tomó bien; pero al rematar el pase se revolvió como un miura, y como el caduco torero no tenía ya el vigor necesario para afirmarse en las piernas, fue cogido por la espalda, suspendido y engatillado, recibiendo una herida en la proximidad del ano, hacia la derecha, en la región anatómica llamada por los facultativos hueco isquio rectal. No obstante lo doloroso de la lesión y que causó abundante hemorragia, detalle del que se dio cuenta Gabiño, pues llevó la mano al sitio lesionado y la apartó tinta en sangre, no se acobardó, y con entereza de ánimo y por su pie se retiró a la enfermería, que no era tal, sino un sucio y desmantelado cuartucho que tenía en uno de los rincones una vieja cama y en el otro un montón de heno. La gravedad de la herida, por la infección que sobrevino, comenzó cuarenta y ocho horas después de la cogida, y el viejo torero, en los momentos de fiebre, deliraba con asuntos de tauromaquia, recuerdos de sus campañas y de los percances sufridos.(Texto:Juan José Zaldívar).



Este enlace contiene una extensa biografía escrita por el mismo autor.

http://www.fiestabrava.es/publicaciones.php?id=15













(Texto autor mejicano)



BERNARDO GAVIÑO y RUEDA

DE FIGURAS, FIGURITAS y FIGURONES. BERNARDO GAVIÑO y RUEDA.

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE



Con objeto de ir dando a conocer perfiles concretos del torero portorealeño Bernardo Gaviño y Rueda (1812-1886), cuya mayor trayectoria profesional la desarrolló en México, quiero presentar y compartir con ustedes a continuación, el cuadro de actuaciones que he podido reunir en mi libro (inédito):

 No había querido hacerlo antes pues, aunque es un trabajo biográfico cuya marcha inició desde el lejano 1986, hasta hoy creo haber reunido una información muy completa sobre la forma en que se registró la dinámica de actuaciones de este importante personaje, no sólo en mi país. También en el extranjero. Además, lo que presento a continuación es una auténtica “exclusiva”, pues es la más acabada y exhaustiva de las revisiones que he realizado en poco más de 25 años de investigación.

En efecto, son datos duros, concretos, que nos llevan a conocer una dimensión poco conocida de quien será motivo, el próximo agosto de 2012, de un merecido homenaje, mismo que, por obligación moral deberá ocurrir tanto en Puerto Real, Cádiz, España, como en México.

   Ojalá que este sea uno de esos primeros “llamados de atención” para que las autoridades pertinentes hagan suyo a quien no sólo fue una “casualidad”. Fue un caso concreto que merece ser recuperado del panteón de la inmortalidad para ponerlo en su verdadera dimensión.

   Por ahora incluiré una tabla de actuaciones perfectamente definida que permite conocer la forma en que se movió el torero de Puerto Real por estos pagos, dejando ver en esos números fríos que los contratos se dieron en forma constante, y aunque hubo unos años donde su prodigio fue verdaderamente notable (como es el caso del año 1853, en que llegó a actuar hasta en 45 ocasiones, número que, para la época era una verdadera hazaña), puesto que debemos entender que para actuar no sólo en la capital del país, sino en otros sitios de la república, los medios de comunicación y los caminos no eran lo que son hoy. Los traslados significaban días de trayecto, a los que se debe agregar el riesgo inminente, puesto que los caminos estaban infestados de bandidos.

   Gaviño merece una justa recuperación en el tiempo y de eso me ocuparé de aquí en adelante. Su bicentenario ya es, desde este momento, suficiente pretexto para dedicarle no sólo una serie. Merece varios libros, una exposición, conferencias, cine, un monumento, cancelación de timbres conmemorativos. Bueno, hasta una corrida de toros, pero, y esto es lo importante: la merecida y equilibrada revisión a todos sus hechos, a todos sus episodios para entenderlo, a poco más de 125 años de su muerte como un personaje clave en la historia del toreo en México.

Viene a continuación la anunciada tabla, la primera de tres concentraciones de datos, para que vean y comprueben que Bernardo Gaviño y Rueda fue una auténtica realidad, no una casualidad.

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