ALCALÁ DE LOS GAZULES EN EL PROGRAMA DE CANAL SUR DIEZ RAZONES
Dos momentos de mi intervención en el programa.
Mi felicitación a todas las personas que han intervenido en el programa DIEZ RAZONES (Canal Sur). Sin duda es una manera de fomentar la cultura de Alcalá de los Gazules. Aunque el espacio disponible haya sido muy limitado y sobre todo porque quedaron muchos más alicientes que mostrar. El Picacho,un ejemplo. Por la parte que me toca, dentro del estrecho margen de tiempo,procure a grandes rasgos enseñar los exvotos del santuario. Sin duda muy desconocidos (he recibido muchos mensajes de gente sorprendida que desconocían que tuviéramos tan importante colección de cuadros votivos). Creo que a quien corresponda en un futuro inmediato se deben promocionar.Sin duda es un importante atractivo cultural. No solo para ser contemplados sino para ser estudiados con detenimiento. Se trata de una radiografía no solamente de la memoria espiritual sino de los usos y costumbres de un pueblo a través del tiempo. Un gran filón para la antropología cultural.
LIBRO SOBRE LOS RANGERS
ESTAMOS recopilando datos y fotos sobre el inolvidable grupo muy entroncado en la mitología alcalaína. Así que desde aquí hago un llamamiento especial a todos los que quieran colaborar. El periodo abarca la década de los 60. No importa la temática tanto en las fotos como en el texto. Con lo cual el libro se verá más completo, participativo e ilustrado. Así que os espero siempre para aportar cosas interesantes para iluminar de la mejor manera,éste retrato de una época fascinande que tuvo también un especial reflejo en Alcalá de los Gazules. Estamos recibiendo muchas fotos y referencias de grandes amigos y testigos directos de aquellos tiempos prodigiosos que tanto marcaron la Historia. la obra se titulará Cuando sonaron Los Rangers.
EL
OJO EN LA MIRADA
LOS
RANGERS, POR LOS RITMOS DEL TIEMPO ( 1)
Jesús
Cuesta Arana
En
cualquier pueblo, en cualquier lugar por pocos habitantes que
sumara, brotaba un conjunto musical como el verdín en la humedad.
“La juventud está muy adelantada con tanto modernismo”, decía
la gente con muchas fechas acumuladas. Un auténtico fenómeno para
solaz de los sociólogos y otros estudiosos. Una epidemia
inabarcable. De modo que en Alcalá de los Gazules también por mor
de cuatros muchachos, se presenció también el sonido o los sonidos
de una época marcadores del ritmo de los nuevos tiempos. Corría el
año 1968, aquella noche en las pantallas del cine al aire libre
Avenida, en vez del chorro de luz proyectar sobre la pantalla
Frankenstein,
Cuando ruge la marabunta, Yo quiero ser matador,
en un pequeño escenario actúan The Ranger ´s Black ( El nombre
estaba acorde con la época de inglés macarrónico
para dar y tomar, poco importaba que el adjetivo
fuera detrás o delante. Pecata minuta cuando los grupos entonaban en
inglés canciones ininteligibles, en un idioma nuevo e improvisado ad
hoc. “Yu gar meri beibi sand wi el litel mi, Yu gar meri beibi” A
ver quien coño entendía ésto. El grupo lo formaban Manolo Caro,
Juanito Ulloa, Carlos el Canario, Pepe Romero y Manolo Lazarich de
organista eventual ( A última hora se incorpora Matias Muñiz, como
bajista. Luego en Cataluña forma parte de Los Desafios, un excelente
grupo rumbero) Llega la actuación apoteósica del cine Andalucía
un 9 de noviembre de 1968. Reza el cartel: Beli (Viaga), “genial
intérprete de la canción moderna”. Atienza I y Atienza II y Niño
del Rocinejo (Al cante): Ani, “estrella de la canción moderna”.
Conchi que interpretará unas bonitas cumbias”. Cuqui, “Humorista
de primera fila”. Los Diamantes (que eran de Medina),”conjunto
músico vocal con gran estilo y personalidad”. Y como broche de
oro del espectáculo la actuación de The Ranger´s Black,
presentando su nuevo instrumental”. Decorados: J Cuesta. Propaganda
R. Rodrígues.Orquestación: Los Rangers. Organización:Manolo caro.
Iluminación: P Reviriego. Esto último, más para rellenar el cartel
con los amigos que otra cosa. Pusieron el no hay entradas. Apoteosis.
El público entusiasmado. ¡Otra! ¡ Otra!... Tanto esfuerzo en el
boquete de las papa fritas ha tenido reconocimiento. El lugar de
ensayo era un cuartichín de papas, chucherías y bebidas, con olor a
aceite requemado, donde se cabía a lo justo; uno más y ya no
entraba. En la puerta, el que escribe, había trazado con pintura
Titanlux la figura de una chica minifaldera en una hoja y en la otra
con letras de fuerte influjo sicodélico se leía el nombre del
grupo. Casi al mismo tiempo que el sol fue despintado aquella pintura
colorinera se fueron marchitando también
Los Rangers. Lo más toscos protestaban: “Ya están los chalados
con el musiqueo”. Pero aquella experiencia juvenil formó por un
tiempo parte del aire y del paisaje del pueblo como los naranjos del
paseo. Tirando del hilo vamos al principio de la historia o de la
prehistoria, según se mire. Al alborear la decáda de los prodigios
–entre los años 61-62–, se forma el grupo originario, en la
nebulosa, formado por Santiago Romero (armónica). Manolo Caro y Juan
Ulloa (guitarras)
que prenden la mecha. Ya no hay vuelta atrás Una guitarra Hofner y
amplificador de 12 vatios –incluso con efecto vibrator que era lo
mas in del momento–. Poco despliegue técnico
pero más grande era la ilusión. Entra en escena un personaje
auténticamente genial, lo más parecido al profesor Franz de
Copenhague el de los grandes inventos del TBO: Pepe Cobos. Con un
viejo
aparato Iberia y cuatro cables ingenia todo un centro emisor de
radio. La emisora se oía en todo el pueblo y parte del contorno. Lo
mismo se escuchaba a La Paquera de Jerez que Bill Halley, que Juanito
Valderrama que Elvis Presley en discos de vinilo. Y los antológicos
y divertidos
anuncios de Agustín Marchante: “Señora dale usted al niño / Cola
Cao por la mañana / Cola Cao al mediodía / Cola Cao por la noche/ y
por la mañana/ amanecerá cagao. (Con la sintonía claro del anuncio
cantado por Machín. “Yo soy aquel negrito del África
tropical..”). Pues bien, el maestro Cobos ingenia una pastilla
magnética para acoplar a la guitarra; cambia las cuerdas por otra
metálica y repintadas por Juan Vargas que ejercía como carpintero
meritorio de la banda.
Todavía
muchos recuerdas –y el que suscribe en especial– al pasar por la
Alameda, tanto en el sopor del verano como en el birují del
invierno, el sonido vacilante y repetitivo de las primeras guitarras
eléctricas que sonaban en el pueblo, que se fugaban por un balcón
hacia la calle:
Johny Guitar, Apache, Limosna de amores, Jinetes en la tormenta...
Eran las primeras respiraciones musicales de Los Rangers. Aquellos
ensayos alegraban la atmósfera del pueblo como un pregón anunciador
de los nuevos tiempos. Por este tiempo el conjunto contaba con la
valiosa aportación de Paco Álvarez Mateos, (de viva memoria),
seminarista de sotana y beca roja, que también sentía devoción por
la música. Llegaron a formar rondallas y salían por la noche –a
partir de la hora bruja– a dar serenatas y requiebros
a las chavalas. Falta el pionero de la batería ¿Quién? Ya está:
Juan Romero, el de las papas fritas, ya cuajado en años y
fechas;pero de espíritu
fresco, que en su mocedad –o cuando era más joven según le
gustaba decir– fue miembro fundador de la Orquestina Alcalaína,
con Paco Puelles, Manolichi (ocasional) y Andrés Guerra. La batería
de Juan, se remontaba a los tiempos de jazz-band (años 30). Bombo de
timbales pequeños, caja, dos platos y el chaston. La orquestina con
su encantador sabor retro actuaban en la Cervecería, en la Alameda,
regentada por entonces por Tomás Ríos, tío de Manolo Caro.
Montaban
escenario sobre dos mesas de billar. Aquí viene lo grande: Manolo
descubre allí un gran hallazgo, que ni lord Carnavon con Tutankamón:
un organillo de manubrio, de esos castizo de Madrid.
Se queda el niño prendado con tan mágico artilugio. Venga vueltas
y vueltas a la manivela y venga y venga a girar una y otra vez aquel
mundillo sonoro hasta que el cilindro se desgastó
y quedó mudo para siempre. Pero la fantasía y la vocación por la
música se le despertó ya para siempre a aquel niño rubio ángel,
despabilado, y de grandes gafotas para siempre. Y hasta hoy.
Los
Rangers seguían, cabalgaban imparables como los Jinetes en la
tormenta. Por breve tiempo se incorpora al grupo Beli Viaga, –voz
dulce entre Gelu y Karina– con su Chica
ye-ye. Y
Anita Jesús Ulloa mas en la textura rítmica.
(Me recuerdo, cantando a dúo con Rocío
Ulloa Anouska
de los
Pasos. También,aunque
uno
cantara malamente, no se me decolora
de la
mente a dueto con Manolo Caro con If
I needed Someone
de los Beatles. La osadía de la poca edad). Recordar también a
Diego Lozano Casas, con su melódica (mitad viento, mitad teclado),
que alguna vez tocó con el grupo su tema más logrado la Yenka, tan
a modo que todo el mundo lo sabía bailar: “Izquierda,
izquierda/derecha, derecha,
/adelante, atrás / un, dos tres”.
Cuando
se consolidad Los Rangers –en su bautismo más popular–, corre
un año mítico por el mundo:1968. Pasaron muchas cosas cruciales en
breve espacio de tiempo. La llamada aceleración de la historia iba
tan a la bulla que le tomaban la vez a los cohetes que iban a la
Luna. Amstrong graba la primera huella en la arena lunar. Se sabía
todo pronto por el poder de los mass media. Lo de la aldea global
pintaba ya una realidad. Los primeros asesinatos de Eta. Franco y sus
huestes se echan a temblar por la revuelta en Francia de estudiantes
y obreros (mayo francés). También se revuelven contra el sistema
capitalista Praga y Méjico. No era la cosa golondrina sola de
verano. Dos iconos americanos Bob Kennedy y Martin Luthe King, ( el
adalid del Black Power), son asesinados. Mientras que la música de
lo popular abría
brecha a lo comercial. Con nuevas modas y nuevos modos para deleites
de melómanos entendidos y snobs que también proliferaban. Más que
ser modernos había que estar modernos por aquello de la socorrida
apariencia en unos tiempos de mucho frenesí. (Continuará...)
( Obra de Jesús Cuesta Arana)
EL
OJO EN LA MIRADA
LOS
RANGERS, POR LOS RITMOS DEL TIEMPO ( y 2)
Jesús Cuesta
Arana
Se
produjo
en
España el el primer trasplante
de corazón dirigido por el yerno de Franco. Fracaso total. Rodríguez
de la Fuente con sus lobos y otras especies. Valerio Lazarov
incorporó el zoom –una
novedad–
a la televisión. Irrumpió la FM en la radio. Massiel gana
Eurovisión con la canción La,
la, la (
con la espantá
de Serrat que quería cantarla en catalán. España seguía siendo
“una unidad de destino en lo universal”. No estaba el asunto
para separatismos aunque fueran lingüísticos).
Estallido de la música pop con su lista de ventas: Tom Jones
(Dalilah);
Pic-Nic (Cállate
niña);
Los Canarios (Get
on yor knes
o Ponte de
rodillas);
Clif Richard (Congratulation);Mary
Hopkins ( Those
where the
days); Richar Antony (Aranjuez
mon amour);
Pop Tops ( Oh
lord why lord)...
Corrían
tiempos de iconografías:
pósters o afiches por doquier de ídolos. El fenómeno fans se
agigantó. De niños pijos a contestatarios. Olor a colonia y a
pachuli. De tabaco americano y porro de Ketama. De cubalibres y gin
tonic a discreción. De la falda de tablas monjil
a la escueta minifalda. De la camisa Terlenka a la de floripondios.
De pantalones acampanados. ¡Una modernura! En esto llegaron o
brotaron Los Rangers en Alcalá de los Gazules. Donde se estaba
acostumbrado a otro tipo de rancheros. Cuatro chavales se subieron al
carro sonoro de los tiempos. Era como una suerte de Beatles
alcalaínos. Más que alegrar al pueblo con su música y desenfado le
dieron marcha a toda una época ansiosa
de frescura, de nuevos vientos y sensaciones. En abierto regateo con
la moralina e hipocresía que nunca acababa de trasponer. Recorrieron
desde Cádiz hasta muchos pueblos en conciertos y ferias. He aquí
a los entrañables Rangers en cuatro retratos al minuto enfocados
siempre desde el presente histórico:
Manolo
Caro Ríos, (Kike por un tiempo), carácter, talento y sensibilidad a
raudales. Con todas las cartas de ser un niño prodigio. De rara
facilidad para la música. Si otea por encima de las gafas es que
algo desentona a su alrededor.
Y suele exclamar: “¡Qué mogollón!”.
De mirada clara. Para él lo fácil es lo difícil y lo difícil
lo fácil. Más que hablador es la campana de Toledo de sentencioso.
Tiene que aprender
a ser hombre rápido o a oficiar pronto en la vida. Uno y mil empeños
–desde la flamante edad–
desde tabernero a representante de máquinas de coser. Y lo mismo te
vende a buen ritmo una lata de Abricome ( comida preparada, el ready
food tan
en voga) que una caja de cerveza. También
regenta frutería, ,donde escribe novelas del oeste, hasta desembocar
en la dirección de un banco y hasta ahí. Pero eso si: la música
nunca se le despega del alma y de los cueros. Un buen tipo con las
rarezas e impronta de los genios. Es refractario a todo lo que huela
a trompetero. Las pocas veces que se jacta de su obra lo reserva para
los amigos íntimos. En público no le gusta que le echen flores.
Nunca alberga muñecos en la cabeza. Los suyo es la música y vivir.
O amar y vivir como en la canción de Machín. Enciclopédico. Un
hombre orquesta. Lo mismo en la percusión, en la cuerda que en el
viento que en el teclado.
Auténtico hasta en las cosas más triviales.
Juan
Rodríguez González o Juanito Ulloa para más señas. Grandón y
calmo como él solo; pero con mucha veta de temperamento y coraje por
dentro. Sin dobleces, las cosas en la cara y si hay que soltar alguna
fresca se suelta. Que le den por allí a la falsería. Desde niño
se mueve con enorme facilidad entre las cuerdas de una guitarra.
Todavía sigue ahí pegado a la guitarra –de
madera o eléctrica –
como un apéndice
imposible de prescindir. Más que cantar atesora un oído prodigioso.
Cualquier nota volandera la percibe al momento. Casa bien el compás
con el temple. La música ante todo es tempo y cadencia. Fiel así
mismo y por ende a los amigos de verdad. El buen sonido figura para
él una razón de ser y estar. La música
como espejo donde reflejar más el alma que la cara. Todavía goza
punteando las cuerdas de la guitarra con sus genuinas morisquetas que
vienen del sentimiento.
Esforzando el gesto como el torero que quiere profundizar en el
lance. ( En un tiempo es maletilla breve). Natural como el agua
clara, sin aristas. Disciplinado con su buen toque de bohemia
aristocrática.
Siempre abierto al buen rollo y de risa pronta. Hombre en y de
empresa. Pero siempre con un oído presto al último acorde. La
armonía forma parte siempre o ilumina su paisaje interior. Por el
recorrido de su mapa sentimental siempre encontrarás una guitarra.
Un gran talento con capacidad excepcional.
Carlos
Sánchez Ortega, jovial, de mirada cielomar; la sonrisa diligente.
Ligón. El “terror de las niñas”. Canario (de Canarias). Torna
pronto el aire de las islas por el levante alcalaíno. Es la voz del
grupo. A veces
a dúo con Manolo. O a trío con Juan. Un todoterreno con mucha
facilidad tanto para la melodía más romántica, el ritmo beat, el
rock, el twist o la pachanga, el pasodoble, el bolero o la rumba
si es menester y cuadre. Llega que ni pintado al grupo, tanto por sus
excelentes maneras musicales como por su carácter bonachón y
siempre dispuesto. Suele
exclamar cuanto está contento: “¡Bámbole!”.
Genial cuanto canta aquello: “El batería de Rollings Stones/ se
nos acaba de casar / y su señora doña Clif Richard/ junto a los
Ranger va a cantar/ También a la madre /también al niño / la
ciencia canta esta canción: Mamanma ui,mamanma ui, mamanami ui, ma
ui”. Permuta, –
en graciosa pirueta–
, el nombre del cantante inglés por algún amigo a la vista:
“ Y su señora doña Jesusa junto a....”. Después de muchas
fechas por medio, el que escribe se encuentra a Carlos el Canario en
Alcalá. Tan divino como siempre. La mirada y la sonrisa intacta.
Con sus buenas vibraciones intocables. No tarda –claro– en abrir
el álbum de los recuerdos. El paisaje de fondo marca su punto
emocionado. Como los demás Rangers sigue con la fantasía de la
música.
Y cada día se alarga más en su ilusión. Entiende y siente la
música siempre desde sus altos vuelos. Único.
Sigo
escribiendo en presente con Pepe Romero Lozano –Pepillo compañero
del alma ,compañero–: gracioso en el buen sentido de la palabra.
Ocurrente.
Ingenioso. Trás unas gafas oscuras se adivinan unos ojos chispeantes
a todas horas. Se le trasmina, como el agua en los cántaros frescos,
el contento a través de la piel. Divertido porque es divertido. La
madre María lo modela así en el vientre. Es el batería –talento
heredado de su padre–;
aunque le cuesta al principio coger el compás, pronto se hace notar
y le da con enjundia a la percusión con lo que caiga ¡Lento o
rápido que aquí está el tío! Con las baquetas en la mano no hay
quien
le diga échate pa
allá. Magnífico. También
tiene mucho registro en el silbido. Junto con Carlos imitan el
rebuzno de un borrico. Uno pone el soniquete y el otro el silbido
con tanta destreza y primor que soliviantan a los asnos de verdad.
Está siempre al quite para rimar las palabras con toque verderón,
si alguien
pronuncia
olla, salta como un rehilete: ¡ Premio! O palmicha o madroño,
zancajo; ocho, rincones, camino... Todo un diccionario premiado.
Emplea también una tarandilla que repite, cuando la cosa se agua o
se pone fea: “A final se murió ella”. Después de tanto vino y
rosas y alegría de vivir, una noche de las más frías
de invierno que se pueda imaginar,
Pepillo
cae al vacío mortalmente. A muy pocos metros de altura –es
verdad–
pero suficiente. Es su sino. La última sonrisa y redoblar de
batería.
Casa bien la chispa con la bondad. Y disposición. Su ritmo: la vida.
Los
Rangers, no remotan el vuelo a la fama. Tampoco se lo proponen.
Con ponerle ritmo y alegría a unos tiempos desentonados ya están
bien pagados ¿Qué precio tiene contagiar la ilusión? “¡One,
two, three, four...!” Pronto empezarán a sonar otra vez The
Ranger´s Black por el eco del tiempo. Ya se están ensayando y otra
vez partirán el aire con su ritmo –nunca
apagado–
los dulces
pájaros de juventud. Mientras tanto los relojes blandos de Dalí
siguen persistiendo
en la memoria. Y la hora de aquella libertad con música y muchos
vientos vividos siempre está presta a sonar...