EL
SUR DE LUCES
Jesús Cuesta Arana.
Pintor y escultor
.
JUAN BELMONTE, ENTRE EL TOREO
Y LA LITERATURA
Noche mágica y rebosada de
sensaciones la vivida en Jerez en el precioso escenario de la Bodega La
Constancia de González Byass, en torno a la figura de Juan Belmonte, El Pasmo
de Triana o el Pasmo de España. El memorable acto se compuso de dos partes. En
la primera, se abordó Juan Belmonte y su papel en la literatura. Sin duda,
tanto Juan Belmonte como Manolete son los toreros con más extensa bibliografía. El perfil del
genio trianero ha tenido a lo largo de la historia una mirada
multiperspectivista de los grandes literatos. Su retrato por sí mismo suscitaba
la admiración y la fascinación por donde quiera que fuera. Era un personaje que
se elevaba por encima de su propia leyenda. De modo que su vida real cautivaba
más que todas las ficciones que se fundieran en torno a él. En la segunda parte,
se abordó la significación de Belmonte en el Toreo.
Jerónimo Roldán, prestigioso periodista
jerezano, fue el encargado de conducir y moderar el acto. Magistral. Sin
hacerse notar. Con el verbo justo. Con la capacidad que da toda una vida
entregado a la labor encomiable de
informar con honestidad. Su sabiduría enciclopédica se nace notar con su
desmedida afición a los toros. Jerónimo es un importante punto de referencia.
Una figura de culto de sabor y sabiduría torera. El acto transcurrió de una
forma impecable, tanto en la forma como en el fondo, como bien apunta Francisco
Orgambides en Diario de Cádiz. Jerónimo y su equipo de colaboradores (Paco Camas,
Pepe Argudo, la familia Belmonte…) lograron llevar a cabo un acontecimiento
cultural de primer rango. Todo el mundo salió entusiasmado y se oían uno y mil elogios. Todo se desarrolló
con la solemnidad que requería el momento. Sublime sin interrupción. A
Jerónimo se le veía contento porque
había logrado la Puerta Grande.
Abrió la parte literaria José
Belmonte, nieto de Pepe Belmonte, matador de toros también y hermano del Pasmo,
leyó un texto escrito por él, impregnado de una gran belleza y sensibilidad,
resaltando la veta poética que trasminaba en la vida y en la obra del fenómeno
trianero. Sin duda, un brillante despeje (literario) de plaza, de un sabor
exquisito versado por una voz de la sangre belmontina. Pepe Belmonte, también
extraordinario dibujante y fotógrafo, tiene una inquebrantable pasión: reunir y
recopilar todo lo que se haba referencia a Juan Belmonte. Tiene en su colección
una abundante bibliografía sobre el mítico torero. Da gusto hablar con él por
el caudal de conocimientos que tiene sobre Belmonte. Es hijo del inolvidable empresario
Pepe Belmonte y atesora todo un arsenal que contar de sucedidos muchos de ellos inéditos en
torno a la figura de su tío abuelo. Además es un excelente poeta y escritor.
Como lo corroboró con su impecable intervención abriendo el acto.
A continuación, el insigne
poeta de Arcos de la Frontera, Premio Nacional de Literatura Antonio Murciano
leyó unos poemas dedicados a Juan Belmonte
de excelencia. La atmósfera del amplio salón abarrotado de público,
empezó a entonarse de magia con la voz tan sentida y tan métrica del poeta
arcense. Sin la presencia de Antonio la noche hubiera ido por otros derroteros.
Iluminó la mesa. Un gran poeta del sur nuestro pero con vitola universal. Que
en cada verso, iba meciendo o paseando la palabra a modo de capote
belmontino.Todo cadencia, temple, ritmo acento. La extensa producción literaria
de primer orden nos habla a las claras del destacado papel que ocupa Antonio
Murciano –junto con su hermano Carlos- en la literatura española. Es el poeta
actual más cantado. Su más reciente obra Tauromaquia
Lirica dedicada a Juan Belmonte, es una delicia. La poesía de Antonio Murciano es de una
profundidad misteriosa. Como el estremecimiento de un cante por soléa. Es un
espléndido letrista de cantes flamencos.
Murciano viste de luces – y a veces de sombras- su numen poético. Un sabio
sensible, que sabe expresar con elevada llama hasta las cosas más sencillas. Un
derroche de estética y sentimiento. Pura euritmia.
Tomó la palabra Jesús Cuesta
Arana, reconocido pintor y escultor y biógrafo del genio trianero, con su voluminosa obra Juan Belmonte,
la huella de un retrato. Disertó el artista –con exquisitez y trasfondo
lírico- sobre la influencia que tuvo los libros en la biografía del Pasmo de
Triana. Tanto en la niñez, desde el puestecillo de quincalla, en la mocedad de
peón en la corta de Tablada, en los ratos libres se entretenía leyendo. Ya en
plena gloria llevaba libros en el esportón de torear. Al final de su vida
alivió mucha soledad al amor de la chimenea de Gómez Cardeña. Remató con una
frase del Pepe Luis Vázquez: “Belmonte llevaba dentro una misteriosa tragedia”.
Santi Ortiz, físico, matador
de toros y escritor y el más reciente biógrafo de Juan Belmonte. Desde su
temperamento humanista, de hombre renacentista leyó unas páginas de su
biografía belmontina donde refleja una secuencia célebre del Pasmo de Triana en
la Corrida del Montepío del año 1917. ¡Los dos solos! Que mereció un libro de
Luis Bollaín; pero que Santi Ortiz infundió a la escena un todo personal y
sobre todo muy bien relatado el episodio. Donde se palpaba a las claras la
velocidad, el espíritu de superación del genial coloso. Sin duda hizo revivir tal momento con el
lirismo preciso, dando especial énfasis a lo puramente testimonial pero adobado
de una dosis de conocimiento de causa. La de un torero que escribe sobre el
Toreo. Embarcando la palabra como se embarca a un toro. Emocionante de veras.
Joaquín Amérigo, comparte la
medicina con la afición a los toros y su
desmedida devoción por Juan Belmonte. Su
intervención más que por lo puramente literario abarcó el terreno de la
investigación. Ayudado de una serie de diapositivas, trató de enderezar algunos
entuertos hallados en le extensa bibliografía belmontina. Haciendo hincapié en
las inexactitudes cometidas por determinados autores, sobretodo en la hora
final del torero de Triana, donde hubo mucho confusionismo sobre la verdadera
causa de su muerte. Su interesante
intervención tuvo muchos frentes abiertos para la polémica, como él mismo
apuntó. Su talante científico se fue por otros derroteros diferentes a la lírica.
En la segunda parte, la
referida a Juan Belmonte y el toreo, tuvo como eje central la participación de
tres toreros de lujo: Rafael de Paula, José Ortega Cano y Luis Parra Jerezano.
Con la participación de Antonio Domecq y
el periodista de Canal Sur Juan Belmonte
y Rafael beca Belmonte.
Rafael Beca Belmonte, abrió el
coloquio, recordando desde su adolescencia la figura de su abuelo. “Hablaba
poco pero cuando hablaba, hablaba de verdad” dijo. Contó la sabrosa anécdota de
su abuelo, cuando un pelmazo o un antofagasta –palabro inventado por García
Lorca- le abrumaba una y otra vez con su verborrea lisonjera. Juan sudaba y
aguantaba estoico el palabrerío del pesado. Cuando se fue el hombre le
preguntaron que quien era y el trianero con su retranca y tartamudeo dejó caer:
- Es uno de los diez-
- ¿De los diez? – le repuso un
contertulio.
Y la respuesta del pasmo como
un rehilete:
-Si hombre, uno de los de “me
cago en diez”.
Rafael Beca, rememoró a su abuelo, recalcando que le apasionaba la lectura. Apenas que tenía un rato libre se enfrascaba en la lectura de un libro.
Rafael de Paula, abrió el
cartel contando, todo muy pausado, el primer encuentro con Juan Belmonte en
Gómez Cardeña. De cómo Don Juan, como le gusta señalar el gitano de Jerez al
mítico torero, le causó una honda impresión que le prevalece todavía “parece
que los estoy viendo”. Al que consideró unos de los cinco seres superiores que
han existido en la humanidad. Sin embargo, pronto cayó en la contradicción de
asegurar que Belmonte no era un genio, ni que nunca se paró delante del toro y
otras lindeces para la polémica, para terminar diciendo con tono de proverbial
autosuficiencia que nadie de los que han escrito sobre Belmonte no entiende ni
papa de él. Paula, suele naufragar con las palabras, lo mismo que naufragó
muchas tardes ante los toros. Donde se mueva Paula y abra la boca siempre queda
todo en un suspenso, porque dice cosas interesantes y cosas para olvidar. A
veces no se sabe si habla en serio o no. Un extraño comportamiento muy difícil
de comprender que mejor es tomárselo a broma, por su relevancia en el toreo.
Siempre un respeto, a pesar de todo.
José Ortega Cano, hizo una
brillante disertación –con mesura y acierto- de
lo que significa juan Belmonte para él. Confesando que una vez soñó con
el genio trianero en la convalecencia de
su grave cornada en Cartagena de Indias. De cómo en una película iba
viendo secuencias de la vida de Belmonte. También fue desgranando el papel
único y fundamental que ejerció el mítico torero sobre la torería actual bien
desde los puramente artístico, social y económico. Destacando el son que le
imprimía al toreo. Que marcó un antes y un después. Que aunque el belmontismo
nació y murió con él, sin duda muchos toreros actuales beben de la herencia
belmontino de su temple prodigioso del sentimiento hecho puro arte. Si emoción
no es posible el toreo. Vino a decir el torero cartagenero que Belmonte elevó
–como mérito principal- el toreo a la máxima categoría de arte. Fue muy
aplaudida la magnífica intervención de
Ortega cano por su buen decir y sus amplios conocimientos de la obra
belmontina.
Luis Parra “Jerezano”,
elegancia natural a raudales y saber estar. Todavía conserva su apostura juncal
de torero. Habló con la palabra mesurada pero no carente de entusiasmo al
hablar del Pasmo de Triana. Contó una divertida vivencia que le ocurrió en sus
tiempos de torero en agraz en Gómez Cardeña. Juan Belmonte lo invitó a torear a
una vaquilla a campo abierto donde había todo un sembrado de alcauciles
bravíos, de modo que no solamente tenía que sortear la acometida de la res,
sino también las puyas incordiosas de los cardos borriqueros. Hizo hincapié el
torero jerezano de su fervor por el genial torero trianero, que siempre llevó
en la mente. También resaltó el papel del trianero sin par en la torería y su
prodigioso temple. Contó también cómo desde siempre –desde la niñez- había oído
hablar de Juan Belmonte, de manera que cuando lo vio por primera vez la causó
un impacto tremendo. Resultó muy brillante la intervención de Jerezano. Serio y
cercano a la vez donde derrochó su clase como
grandioso torero y persona de elevada calidad.
Antonio Domecq, acudió en
calidad de sustituto de su tío Álvaro Domecq Romero. El rejoneador jerezano el
más joven de los participantes, habló de
la relación de su abuelo Álvaro con Juan Belmonte que también una vez
retirado del toreo se convirtió en un excelente rejoneador y caballista.
También en el toreo a caballo el torero trianero dejó su impronta. Recordaba
también referir a su abuelo muchas anécdotas del torero de Triana. Y que él a
pesar de no haberlo visto en vivo, si era consciente del papel fundamental que
jugó Juan Belmonte. Sin él el toreo seguro que hubiera ido por otros
derroteros. Antonio Domecq, aunque fue breve en su disertación, no por ello
dejó de transmitir sus ideas claras en torno al mítico torero de Triana. Breve
pero muy interesante lo dicho por Antonio Domecq.
Abrió el acto Pepe Belmonte,
sobrino nieto del Pasmo y cerró el acto otro sobrino nieto: Juan Belmonte Luque
excelente periodista taurino de Canal Sur. Tuvo palabras de elogio para la
excelente organización del acto que había sido un éxito de público y
participantes. Esbozó ligeramente la figura de su antepasado, de quien a pesar
de los años transcurridos sigue todavía vigente porque dejó una herencia
insustituible. Un ejemplo a seguir para todas las generaciones venideras. Juan
Belmonte es un apasionado de la vida y milagros de su tío abuelo. Cada vez
que habla sobré él se le enciende el
ánimo. Se apasiona. Y se emociona. Se crio a la luz y a la sombra del más
grande torero de todos los tiempos. Esto marca. Su padre también Juan
Belmonte - ¡para que no se pierda la
rastra!- tomó la alternativa en Ronda de manos de Antonio Ordóñez y Curro
Romero testificando ¡Casi nada! Gente extraordinaria y generosa a más no poder
han sido y son los Belmonte. Como lo dejó bien palpable a la hora de poner cierre a tan noche mágica, donde el alma de Belmonte recorrió la atmósfera
cálida del lugar. Viene a cuento decir que Juan Belmonte, es principal
mentor y miembro fundacional junto con otros
entusiastas colaboradores de la primera Tertulia Juan Belmonte en Cañada Rosal
(Sevilla). Una feliz realidad con mucha resonancia en pro de divulgar a través
de la figura del Pasmo de Triana la
Fiesta de Los Toros Bravos.
En resumen, José Bergamín decía
que la memoria es historia con alma. Eso mismo se escribió en una noche mágica
en Jerez dedicada a Juan Belmonte. Se escribió la historia con alma.