domingo, 28 de julio de 2019

ROCIÍO MÁRQUEZ DEDICA UNAS PETENERAS,EN PATERNA DE RIVERA, A SU AMIGO EL ESCULTOR JESÚS CUESTA ARANA

       LA VOZ Y EL BRONCE
     
     Rompe la noche. Una brisa venida de la punta más fresca de la estrella de los vientos alivia el día, ya en la memoria  de la flama que todavía embiste bien, a pesar de que el sol duerme su primer sueño. El descanso de los abanicos y el cielo arriba con sus fieles luces da anuncio de que algo sublime va a pasar. Día 25 de julio de 2019. El premio, o mejor el regalo  de una Medalla de Oro con la efigie de la Petenera está a punto de posarse, en un vuelo inmóvil, a la vera del corazón de Rocío Márquez. La universal cantaora huelvana se sienta y se siente en Paterna de Rivera para dejar escapar por el aire el duende de su acaudalada voz. Un prodigio. Dicen que las musas provienen del mapa celeste, mientras que los duendes arrancan desde la tierra como un aire vegetal. A Rocío le soplan por igual todos los soplos interiores vengan de donde vengan. Así que no tarda en descifrar el misterio hecho cante. Suelta al vuelo la lágrima del cante “sentío” para remover la interioridad de las almas  que la oyen, otra lágrima conjunta: la emoción.
      Parece mentira que en un cuerpo tan frágil, en apariencia,  precioso,  fino; pura elegancia natural quepa tanto desgarro, tanto rompimiento y tantísimo  grito ancestral. No es de extrañar,¡claro está! que deje el alma suspendida al público arracimado en la placita paternera, temblorosa por el eco de su voz.
      Rocío Márquez, después de unos palos contrastados, desbordada en cada tercio, sabor y saber a raudales, se arranca por petenera ¡ En Paterna de Rivera! Sentadita en una silla  flamenca que litúrgicamente ella eleva a trono, cierra los ojos, como dejándose amar y se va  paso a paso rumbo a ninguna parte, donde el interior la lleve. ¿Más magia?... ¿Imposible! Va dibujando con la voz, con trazos cada vez más ardientes, la siempre enigmática Dolores la Petenera, hasta traerla, casi tangible, a la memoria del público asistente. Para que luego digan que el misterio no se puede decir. Rocío Márquez lo dijo en Paterna iluminada por la sombra de la Petenera. Para rematar el cuadro va y se lo dedica: “A Jesús Cuesta Arana, artistazo, autor del monumento a la Petenera”. Tanto ella como el escultor tienen una misma fe en el ARTE, caminan siempre juntos, desde hace unos años, por el corazón encendido de la amistad. Tanto ella como él saben –desde el vientre materno– que  el arte es largo, profundo y que para emocionar hay que emocionarse. Arrimarse, en definitiva, a esa luz prodigiosa que no se ve que es la magia.
    La cantaora y el escultor, una noche de julio, por día señalado de Santiago, se hicieron, por unos instantes, almas gemelas, ella desde la voz imponente y él desde bronce milenario, para sentir el pellizco, el sarpullido interior que  deja la estela, la pena honda con flecos de tragedia legendaria de una mujer que duerme, desde la profundidad del tiempo, el misterio de los misterios: Dolores la Petenera, donde hoy todavía su sombra sigue yendo a por agua fresca al pozo Medina rumiando su pena interior.
                                                                     Jesús Cuesta Arana

He escrito éstas líneas,con la emoción todavía galopando por mis mapas interiores.

Gracias Rocio, una constelación de gracias,una infinidad.


Secuencias de la  universal Rocío Márquez, cantando por petenera, dedicada a Jesús Cuesta Arana o a uno de sus amigos que más la admira.









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