Estos versos dedicados a los dos sublimes toreros sevillanos, fueron recitados por Jesús Cuesta Arana, acompañado a a la guitarra por el excelente guitarrista cordobés Miguel Ángel Laguna en el Salón de la Real Maestranza de Sevilla. El autor los reproduce aquí a petición de muchos amigos y aficionados. Va por Ustedes.
El Viejo Pasmo, óleo de Jesús Cuesta Arana.
Y
SE FUE JUAN DESDE NIMES A SEVILLA ...
DEDICATORIA:
A
la memoria siempre soleada de Rafael Belmonte Carcía, eterno compañero mío en
una misma fe cantaora y torera, que siempre tenía orgullosa el alma de ser el
hermano pequeño de Juan.
Lleva el paso largo
el
mentón
por
delante de la verticalidad
la
mirada a la rosa de los vientos
y besado de eternidad.
Debajo
de la crespa montera
el
tartamudo sino
anida
ya hacia la meta
por
donde cruza el abismo.
Por
las arenas de Nimes
un
hombre renacido de luces
va
al retorno del toro interior.
O
a la negra sombra que gime.
Echa
Juan las bridas
quien
sabe si al belfo
de
su centauro
que
por dentro le grita
desde
su rescoldo trianero.
Entre
un grito de metal y barro
se
va desde el Anfiteatro a Triana
para
recalar a su placita de niño:
Plaza
del Altozano.
Desde
Nimes a Sevilla
dos
círculos se abrazan
piedra
a piedra
sol
a sol
sombra
a sombra
arena
a arena.
Y
por encima,
en
rompimiento de gloria :
bajan
al ruedo
millares
de toros de bronce
los
toros del plenilunio
los
toros de las Marismas
los
toros de los ojos verdes
los
toros de la memoria.
Otra
vez Juan,
ahora
vestido de plata
en el óvalo del circo romano
abierto el compás
atrapa
por el mástil
a
una guitarra lejana.
Por
el chiquero
va a salir
de
nuevo
la
primavera en puntas.
Juan
otra vez sin cuerpo, arde
capote,
muleta y espada toma
y
se bebe de un solo trago
el
vino profundo que sabe a cante.
Un
tren de ida y vuelta
de
la Arenas a la Maestranza,
a
esperar que los almanaques
rompan
con
toda su pena
aquel
ocho de abril
en Gómez Cardeña.
Un
último toro de juguete
con
pitones de nácar
deja
correr su pequeña furia
por
la neblina del alma.
Cuando
las golondrinas
viajan
sus jazmines
antes
de que la noche ruede
en
una tarde sorda
Juan
hace lo que puede.
Con
el sonido de un beso de tormenta
el
viejo torero se va
solo
solito
sóla
la tarde;pero inmensa
para
animar su increíble fábula.
En
el circo de Nimes
Arranca Juan Belmonte
otra
vez a la lidia
y en Sevilla,
en
un cortijo blanco
entre
flores y palmeras
hace
la última faena: a la vida.
La última media verónica del Sócrates de San Bernardo,en la recta ya de los ochenta años.
(Foto cedida por su hijo Lolo Vázquez,entrañable amigo)
JOSE LUIS... ¡¡¡PEPE
LUIS!!!
Sevilla entera
es
puro alhelí,
y se viste de luces
cuando
torea:
¡¡¡Pepe
Luis!!!!
Y
hasta la misma Triana
con
su Juan Belmonte,
suena
con sus yunques de fragua
al
olor de la albahaca.
La
corriente del Guadalquivir,
detiene
su historia
al
rumor de la Maestranza,
y
eleva la memoria
al lancear
de Pepe Luis.
Por
encima de la plaza,
La
Giralda se reluce
dando
oficio a las campanas.
En
el albero de tabaco y oro,
lleno
de finura, magia y salero,
aparece
el rubio Pepe Luis,
serenidad frente al toro
a
pies juntos o a compás abierto.
Se
abre el cielo,
se
rompe la gloria,
silenciosos
los tendidos,
torea
el de San Bernardo
capaz
de convertir
por
arte de birlibirloque,
un
cartucho de pescaito frito
en
moñas de jazmín.
Pepe
Luis, claridad,
la
mirada,
el
pelo,
el
alma... ¡Todo Él!
Es
agua sobre el espejo
o
espejo sobre el agua.
En
las tardes de divino soplo,
parece
miel,
también
vino.
Cuando
flamea la muleta
se
detiene el gran río, solo.
¡Qué
emoción!
¡Qué
sortilegio!
¡Qué
lagrimas sin dolor!
¡Llora
el corazón de alegría!
¡Otra
vez Pepe Luis,
viste
de luces a Sevilla!
Ni
la bulla del triunfo
ni
la sangre derramada,
que
también la hay,
con
su cornada de espejo
no
le muda la calma
ni
le alborota el semblante.
Templa
por igual los aceros
que
el aire del alma.
Ángel entre la tierra y el cielo,
para
torear, lo hace con las alas
le
sobran las manos
y
los pies y ... el cuerpo entero.
Verlo
se figura un sueño,
una
pompa de jabón,
un
portento,
frente
a la furia del pitón,
un
pétalo de azahar al vuelo,
una ilusión.
Entremedia
de la tragedia
entre
Él y el toro,
alegra
la alegría
más
que torear:
celebra
la vida.
José
Luis, tan sencillo,
sigue
pisando
en
grácil el movimiento,
la
eterna primavera
de
abril en Sevilla,
despacio,
despasito,
va
el siempre torero
con
su retrato de poesía
por
las rutas del tiempo.
Citando
de frente los recuerdos
desde la soledad del campo
a su álbum de brisa y fuego.
Siempre con una pena,
una
malasombra latente:
Manuel
Rodríguez,
¡¡¡Manolete!!!
NOTA:
En este enlace se puede ver filmado, aunque con mala calidad, la intervención de Jesus Cuesta Arana en la Maestranza.
http://www.youtube.com/watch?v=i6-v5UmpK0w
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